Roto y sin remedio

Bombeo, bombeo, bombeo. No sé cómo admitirle al cerebro que me he enamorado de nuevo, que últimamente me siento lleno de energía, con ganas de salirme de este pecho y explotar de la emoción. Ya me imagino su cara de reproche, intentando recordarme que hace menos de cuatro meses me rompí, y sufrí mucho. Me recordaría que uno no se limita exclusivamente a amar a una persona, que también nos enamoramos de sueños que no van a llegar a ser, de instantes que es imposible recuperar, de palabras nunca pronunciadas y besos nunca dados. En esa ocasión, no entendía qué era lo que me pasaba hasta que vi las fisuras apareciendo sobre mi tejido y entendí que yo era más que un órgano; pude sentir el dolor desgarrador de partirme no sólo en dos, como siempre lo pintan, si no en miles de pedazos, es un dolor indescriptible, en el que ya no me sentía como yo mismo, parecía como si un vacío hubiese tomado mi lugar, pero yo seguía plenamente consciente de cómo la traición, la decepción, la incredulid...