Viviendo con nosotros mismos


No hay nada más cierto que la frase “ámate a ti mismo para que puedas amar a los demás”, aunque tampoco hay nada más difícil que lograrlo. Es todo un reto tener que pasar tanto tiempo con nosotros mismos, escuchándonos tan de cerca, sin tener alguna otra distracción que evite que le pongamos atención a nuestros pensamientos. Creo que ahí radica la desesperación, ansiedad e incertidumbre que se apropian de nosotros en estos días de aislamiento.

Es muy sencillo camuflar nuestros defectos y ponernos una máscara de perfección con la que salir a enfrentar el mundo. Regalando sonrisas a todas las personas para que no quede duda de que nuestra respuesta a la temida pregunta de “¿Cómo estás?” sea un “Bien, gracias”, o por el contrario crear una barrera tan fuerte que las personas al enfrentarse a ese ceño fruncido no quieran ni acercarse. Sin embargo, en nuestra casa, con personas que nos conocen de toda la vida, es un poco más complicado, al punto que las máscaras ya no son necesarias, y es momento de enfrentarnos a nuestro verdadero rostro.

Por otro lado, estar en casa no es todo color de rosa, convivir y amar a los demás requiere de un sacrificio que no muchas personas están dispuestas a aceptar. Los besos, los abrazos y las caricias han dejado de estar al alcance de nuestra mano para convertirse en prohibiciones y armas letales para nuestro bienestar. ¿Quién diría que terminarías un día común y corriente y al siguiente el único lugar en el que podrías refugiarte es tu casa? ¿Cuántos besos, abrazos y caricias no fueron dados con la certeza de que “tenemos el mañana”?

El verdadero desafío es detenerse en una vida que te pide estar constantemente en movimiento.

De nada servirá todo lo que hemos pasado si al final regresamos a la “normalidad”: Un día a día nocivo, cargado de mentiras y prioridades mal planteadas; a un mundo que en realidad no nos necesita a nosotros, si no todo lo contrario, en el que dábamos por hecho que todo estaba al alcance de cerrar los ojos y desear lo suficientemente fuerte, que nos demuestra que es tiempo de frenar, de replantear, de respirar…


A raíz de la cuarentena y del cambio que sufrió el mundo con la llegada de la pandemia, son varios los textos que resultaron de la reflexión sobre nuestra posición frente a lo que consideramos "normalidad" y que ahora cambió drásticamente. Este es uno de ellos, en el busco entender cómo nos cambió la vida ya no solo de afuera hacia adentro, si no viceversa. Ahora escuchar nuestra propia voz resulta un poco más complicado.

Comentarios

  1. Muy cierto sofi, esa es un frase que me acompaña mucho, amate a ti mismo para amar a los demás. Y en este tiempo de pandemia ha sigo, bastante difícil porque a mi me encanta compartir con la familia y amigos, abrazar, dar besos y compartir. Todo se ha vuelto un tanto difícil.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Totalmente, han sido tiempos que no esperábamos vivir y ahora nos toca aprender a llevar. Juntos podemos.

      Eliminar

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

Análisis narratológico: El llano en llamas de Juan Rulfo.

Vida y estrellas

Memorias de una tarde de Septiembre