¿Otra vez su feminismo? ¡Ya basta!


Mujeres quemando buses, mostrando sus pechos en marchas y galas de premios, gritando que nos están matando, y ya no solo por razones injustificables como vestir una minifalda o caminar solas por la calle, ahora vemos que ni siquiera las niñas están a salvo en un mundo que te condena por algo que no elegimos, si no que nos fue otorgado: Ser mujer.

Hablar de todos estos temas puede llegar a ser incómodo, parece que quemamos bosques de prejuicios e ideas erradas, que rasgamos vendas y esos ojos que se encandilan con la luz de la verdad prefieren volver a ponersela. Pero creo que la historia nos ha demostrado el peligro que conlleva callarse, y después de tanto tiempo de tener manos presionando nuestra boca para que no salgan palabras, manos señalando hacía cada parte de nosotras, creyéndose con el derecho de afirmar que somos imperfectas, manos que parecen dulces pero resultan acompañadas de prohibiciones; hemos tenido suficiente.

Como mujeres, nos hemos cansado de los estereotipos que la sociedad ha impuesto, pero también unas ideas que hemos aferrado tan fuertemente que eliminarlas así como así termina siendo una batalla titánica. En el momento en que una mujer desea cambiar la forma en la que la sociedad la ve, es un cambio que requiere, indudablemente, del hombre. No estamos aquí para pelear unos contra otros, sino todos en pos de un objetivo común. No se trata de una competencia por saber quién es el mejor, el más fuerte, el más inteligente, sino de la necesidad que tenemos de convivir respetando los derechos de otro, resaltando las capacidades que, en conjunto, pueden cambiar el mundo.

Ideas erradas de conceptos como el feminismo, que se ha convertido en un opuesto al machismo, cuando en realidad busca eliminar esos extremos que tanto daño nos han traído, han sido imaginarios que terminan siendo avalados por personas que se desvían totalmente de lo que se busca: Igualdad. Entender que libertad no es libertinaje, que cada ser humano, sin importar su sexo, es perfectamente capaz de tomar sus decisiones y merecedor de un trato digno, de respeto, de ser escuchado.

Esto no es una “lucha femenina”, es una lucha social. Aunque hemos ganado muchas batallas, aún nos seguimos enfrentando en una guerra que sencillamente no tendría porqué existir. Pero es real, es ese villano de los cuentos infantiles, el monstruo que busca que el mal le gane al bien, la reina malvada que piensa que lo único importante es que el espejo le diga que tan bonita es y cómo puede ser mejor que otras mujeres. Tal vez sea una lucha de no acabar, pero mientras siga continuando, nosotras seguiremos hablando con la esperanza de que la sociedad entera comprenda que esto no es algo que diferencie a hombres de mujeres, si no que los une.
Esta fue la primera columna de opinión que me publicaron en ADN. A raíz de temas como el espacio que hay en el periódico impreso y las palabras que piden, no quedo totalmente como yo lo había enviado. Así que aquí se los comparto completo. Esta columna surge después de un comentario de una mujer diciendo que era mejor no escribir sobre feminismo porque las mujeres que escribían de él eran demasiado "incendiarias". Me indigné, me dolió que una lucha tan relevante como está prácticamente se censure, y la manera en la que saque la rabia fue escribiendo este texto, que dio para conversaciones muy interesantes. ¿Cómo manejan ustedes la rabia? JAJAJA.

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